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Cómo preparar la piel antes del maquillaje: Guía efectiva en 60 segundos

Saber cómo preparar la piel antes del maquillaje es, sin lugar a dudas, el gran secreto para conseguir un acabado espectacular y duradero. Muchas veces nos centramos en qué productos usamos, pero la clave no está ahí, sino en cómo preparamos el lienzo: nuestra propia piel. Una buena rutina previa es lo que va a garantizar que el maquillaje se funda contigo, aguante intacto durante horas y, lo más importante, que tu cutis esté sano y cuidado.


Por qué la preparación de la piel lo cambia todo




Maquillarse sin preparar la piel antes es como intentar pintar una obra de arte sobre un lienzo arrugado y con polvo. Sencillamente, el resultado nunca será el esperado. La preparación es esa base fundamental que asegura no solo que te veas increíble, sino que también protege y mima tu piel.


Y no te asustes, no hablo de una rutina de una hora. Con dedicar apenas cinco minutos a este ritual, la diferencia es abismal. Un rostro bien preparado hace que la base se deslice como la seda, evitando que se acumule en las líneas de expresión o que resalte esas zonas más secas que todas tenemos. Además, estás creando una barrera protectora que impide que los poros se obstruyan.


Los problemas de saltarse la preparación


Saltarse este paso es una receta para el desastre y seguro que te suenan algunas de estas situaciones. Si alguna vez has notado que tu base se cuartea o se ve a parches a las pocas horas de salir de casa, es muy probable que la culpa la tenga una piel deshidratada o mal preparada.


Las consecuencias más típicas son:


  • El maquillaje se esfuma: Sin una superficie lisa e hidratada, los productos no tienen dónde agarrarse bien y se van desvaneciendo con el paso de las horas.

  • Poros y líneas de expresión más marcados: La base de maquillaje tiende a asentarse en los poros dilatados y las pequeñas arruguitas si la piel no está jugosa e igualada con una buena prebase.

  • Brillos no deseados: Una limpieza e hidratación correctas son tus mejores aliadas para regular la producción de grasa y evitar ese brillo que aparece a mediodía, sobre todo en la zona T.

  • Acabado acartonado o sin luz: La piel seca, en su afán por hidratarse, absorbe el agua de la base de maquillaje. ¿El resultado? Un aspecto mate, sin vida y con una textura que se ve de todo menos natural.


Más que verlo como una obligación, piensa en la preparación de la piel como la mejor inversión que puedes hacer en tu maquillaje. Es el gesto que va a conseguir que tu esfuerzo se traduzca en un look profesional que se mantiene fresco y radiante durante todo el día.

Empezamos por la base: una piel impecablemente limpia




El secreto para que el maquillaje luzca espectacular no está en la base más cara, sino en el lienzo sobre el que la aplicas: tu piel. Y todo comienza con una buena limpieza. No me refiero a un simple chapuzón de agua; hablo de una limpieza a conciencia que elimine impurezas, exceso de sebo y cualquier resto que pueda quedar del día anterior.


Piénsalo de esta manera: ¿pintarías sobre un lienzo sucio? Claro que no. Si aplicas tu base sobre una piel con restos de grasa o contaminación, el maquillaje no se va a adherir bien. Se deslizará, perderá cobertura a lo largo del día y, lo peor, podría acabar obstruyendo tus poros y provocando granitos. Una limpieza correcta es la que marca la diferencia entre un acabado profesional y uno mediocre.


Encuentra el limpiador que va contigo


No hay un limpiador universal que funcione para todo el mundo. La clave está en dar con uno que respete el equilibrio natural de tu piel, no que lo despoje de su protección.


  • Si tu piel es grasa o mixta: Un gel limpiador es tu mejor aliado. Busca fórmulas con ingredientes como el ácido salicílico, que te ayudarán a mantener a raya la producción de sebo y los poros limpios sin dejar esa sensación de sequedad.

  • Si tu piel es seca o sensible: Necesitas algo más suave y nutritivo. Las texturas cremosas, como una leche limpiadora o un bálsamo en aceite, son ideales. Limpian con delicadeza, preservan la hidratación y evitan por completo esa temida sensación de tirantez.


Un truco de experta: La doble limpieza es una técnica fantástica, sobre todo si eres de las que usa maquillaje de larga duración o protector solar todos los días. El primer paso es un limpiador en aceite para "derretir" el maquillaje y la grasa. Después, rematas la faena con un limpiador de base acuosa para una purificación más profunda. ¡El resultado es increíble!

¿Y si vamos un paso más allá?


Una limpieza diaria es el pilar de cualquier rutina, pero si de verdad quieres que tu piel esté en su mejor momento, es importante escuchar lo que necesita. A veces, una limpieza facial profesional puede ser el empujón que tu piel necesita para eliminar esas impurezas más profundas a las que no llegamos en casa. Si te interesa perfeccionar tu rutina, puedes descubrir más sobre los beneficios de una limpieza facial para mujeres hecha por manos expertas.


Al final del día, la respuesta a cómo preparar la piel antes del maquillaje siempre empieza aquí. Sin una limpieza adecuada, todos los productos que apliques después se quedarán a medio gas. Una piel limpia y fresca es una piel receptiva, lista para que el maquillaje potencie su belleza natural en lugar de intentar cubrir problemas.


Consigue una textura suave con la exfoliación


Seguro que te ha pasado alguna vez: te aplicas la base de maquillaje y, en lugar de unificar, parece que resalta cada pequeño bultito o zona seca. La textura desigual de la piel es el enemigo número uno de un acabado perfecto, pero la solución es más sencilla de lo que crees.


La exfoliación es ese paso que transforma por completo el lienzo sobre el que trabajas. Al eliminar las células muertas acumuladas, no solo consigues una piel más luminosa al instante, sino que creas una superficie increíblemente pulida. Piénsalo como si estuvieras preparando una pared antes de pintarla; un lijado suave es lo que garantiza un resultado profesional. Con la piel es igual: el maquillaje se deslizará como la seda y se fundirá de manera natural.


Exfoliación física vs. química: ¿cuál es la tuya?


Entender la diferencia es fundamental para darle a tu piel justo lo que necesita. Aquí no se trata de frotar más fuerte, sino de elegir con inteligencia.


  • Exfoliantes físicos: Son los clásicos, los que tienen granulitos (azúcar, micropartículas, etc.) que arrastran las células muertas por fricción. Dan una sensación de limpieza inmediata que a muchas nos encanta. El truco está en usarlos con muchísima suavidad para no pasarse de la raya y acabar irritando la piel.

  • Exfoliantes químicos: Estos son mis favoritos para un resultado más uniforme. Usan ácidos suaves como los AHA (glicólico, láctico) o BHA (salicílico) para disolver ese "pegamento" que une las células muertas a la piel. Actúan a un nivel más profundo sin necesidad de frotar, lo que los hace ideales para casi todo el mundo, especialmente para las pieles sensibles.


Hay que desterrar el mito de que exfoliar es un acto agresivo. La clave está en la moderación. Con una exfoliación suave, realizada una o dos veces por semana, es más que suficiente para mantener la piel renovada sin dañar su barrera protectora.

Una forma genial de empezar es con un tónico que tenga una concentración bajita de AHA para el día a día, o una mascarilla enzimática una vez por semana para un tratamiento más potente. Y si de verdad quieres notar un antes y un después, un tratamiento facial exfoliante profesional puede cambiar radicalmente la textura de tu piel.


El objetivo final es simple: una piel tan lisa que tu base de maquillaje parezca una segunda piel, dejando un acabado impecable y duradero.


La hidratación: el secreto para un maquillaje que enamora


Hemos limpiado y exfoliado, pero ahora viene el paso que de verdad lo cambia todo. La hidratación no es solo un extra, es el pilar fundamental para que el maquillaje no solo se vea bien, sino que se sienta increíble. Una piel bien hidratada es sinónimo de un lienzo jugoso, elástico y luminoso, listo para que la base se funda como si fuera una segunda piel.


¿Sabes por qué a veces el maquillaje se ve acartonado o se marcan las líneas de expresión a las pocas horas? Es tu piel, que está sedienta. Si no le das la hidratación que necesita, buscará el agua directamente de tu base de maquillaje. El resultado es ese acabado parcheado y sin vida que todas queremos evitar. Al hidratarla bien, creamos una barrera protectora que mantiene el equilibrio y la frescura durante todo el día.


Encuentra tu dúo de hidratación perfecto


Muchas veces pensamos que con una capa gruesa de crema es suficiente, pero el verdadero truco está en combinar texturas de manera inteligente. Empieza siempre con un sérum ligero. Mi recomendación es uno con ácido hialurónico, porque penetra profundamente para rellenar la piel desde dentro sin añadir nada de grasa. Es como darle un vaso de agua a tu piel.


Una vez que el sérum se ha absorbido, es el momento de sellar toda esa bondad con una crema hidratante. Aquí la clave es elegir según tu tipo de piel:


  • Si tienes la piel mixta o grasa, busca texturas en gel o lociones muy fluidas. Te darán la humedad justa y necesaria sin sobrecargarla ni provocar brillos indeseados.

  • Si tu piel es más bien seca o madura, necesitas algo más de mimo. Una crema rica, con ingredientes como ceramidas o manteca de karité, será tu mejor aliada para reforzar la barrera de la piel y darle un confort que dure horas.


Este gráfico muestra perfectamente cómo actúan los distintos tipos de hidratantes.




Como puedes ver, aunque las cremas más densas dan un chute de hidratación al principio, las fórmulas en gel consiguen mantenerla alta y estable por más tiempo. Por eso son una opción fantástica y muy versátil para casi todo el mundo.


Un truco de profesional: deja pasar de tres a cinco minutos entre la aplicación de la crema y el siguiente paso, la prebase. Este pequeño gesto es crucial. Permite que la piel absorba bien el producto y evita que se formen esas molestas bolitas al aplicar el maquillaje.

Y no nos olvidemos de los grandes olvidados: un buen contorno de ojos evitará que el corrector se agriete, y un bálsamo labial dejará tus labios lisos y listos para cualquier color.



Guía de hidratación según tu tipo de piel


Para que no te pierdas, aquí tienes una pequeña chuleta. Encuentra la combinación de sérum y crema hidratante ideal para preparar tu piel antes del maquillaje, asegurando un acabado perfecto y duradero.


Tipo de Piel

Sérum Recomendado

Crema Hidratante Ideal

Normal

Sérum con ácido hialurónico

Loción ligera o crema fluida

Grasa

Sérum con niacinamida o ácido salicílico

Crema en gel o matificante

Mixta

Sérum equilibrante con ácido hialurónico

Gel-crema o loción no grasa

Seca

Sérum nutritivo con vitamina E o aceites

Crema rica con ceramidas o karité

Sensible

Sérum calmante con centella asiática

Crema sin fragancia para pieles sensibles


Elegir el dúo correcto no es solo cuidar tu piel, es garantizar que tu maquillaje se mantenga impecable y radiante durante mucho más tiempo.



Este paso es tan importante que las cifras lo confirman. Cerca del 85% de las españolas priorizan cremas hidratantes ligeras antes de maquillarse, sobre todo las que llevan ácido hialurónico. ¿El motivo? Esta simple rutina puede aumentar la duración del maquillaje hasta en un 20%. Si quieres profundizar más en estas tendencias, te recomiendo leer esta guía sobre cómo preparar la piel para el maquillaje.


El toque final: una prebase para perfeccionar tu piel




Llegamos al último paso, el que marca la diferencia entre un maquillaje bonito y uno espectacular. Imagina la prebase (o primer, como también se le conoce) como la imprimación que un pintor aplica sobre un lienzo. No es un paso estrictamente obligatorio, pero es el secreto mejor guardado para conseguir un resultado profesional que dure horas y horas.


Su misión es sencilla: crear una barrera fina y sedosa entre tu piel y el maquillaje. Esta capa alisa la textura, disimula visualmente los poros y crea una superficie perfectamente lisa. Gracias a ella, la base se desliza como la seda, se fija mucho mejor y aguanta intacta durante todo el día.


Elige la prebase perfecta para ti


No existe una prebase universal; cada una responde a una necesidad concreta. Aprender a distinguirlas es clave para personalizar tu rutina de preparación.


  • Prebases matificantes: ¿Tu piel tiende a brillar, sobre todo en la zona T? Estas son tus mejores amigas. Controlan el exceso de grasa y mantienen a raya los brillos indeseados.

  • Prebases iluminadoras: Si buscas ese efecto de "buena cara" y una piel radiante, estas son las tuyas. Contienen diminutas partículas que reflejan la luz y aportan una luminosidad sutil y preciosa.

  • Prebases correctoras de color: Son geniales para neutralizar pequeñas imperfecciones. Las de tono verdoso disimulan las rojeces, mientras que las de color lavanda o melocotón avivan las pieles más apagadas.

  • Prebases hidratantes: Un salvavidas para las pieles secas. Aportan un extra de hidratación y confort, evitando que el maquillaje se cuartee o marque las zonas más deshidratadas.


Un truco de experta: Menos es más. Con una cantidad del tamaño de un guisante es más que suficiente. Extiéndela con los dedos, centrándote en las zonas que más lo necesiten (como el centro del rostro), para evitar sobrecargar la piel y conseguir un acabado ligero.

El uso de la prebase se ha consolidado como un paso esencial. De hecho, su aplicación puede alargar la duración del maquillaje hasta un 40 %. Además, un 58 % de quienes la usan afirman notar una mejora visible en la textura de su piel al momento.


Si quieres dar con la tuya, te invito a explorar la increíble selección de prebases de alta calidad en Mirik Beauty. Seguro que encuentras la fórmula perfecta que se adapte como un guante a tu piel.


Resolvemos tus dudas sobre la preparación de la piel


Sabemos que, aunque tengas claros los pasos, siempre aparecen esas pequeñas preguntas que marcan la diferencia. Vamos a resolver las dudas más comunes para que domines el arte de preparar tu piel y consigas un maquillaje de diez.


¿El protector solar va antes o después de la hidratante?


Esta es la pregunta del millón, y la respuesta es clave: el protector solar es siempre el último paso de tu rutina de cuidado de la piel, justo antes de empezar a maquillarte.


Piensa en tu rutina como si construyeras una casa: cada capa tiene su función. El orden correcto sería: limpieza, tónico (si lo usas), sérum, contorno de ojos, crema hidratante y, como un escudo protector final, el protector solar. Un truco de profesional es dejar que se asiente durante un minuto o dos antes de aplicar la prebase. Este simple gesto evita que se formen esas molestas bolitas y asegura que tanto la protección como el maquillaje queden perfectos.


¿Cuánto tiempo tengo que esperar entre cada producto?


¡Buena pregunta! La paciencia aquí es tu mejor aliada. Lo ideal es dejar pasar entre 30 y 60 segundos entre la aplicación de un producto y el siguiente.


Este pequeño lapso de tiempo le da a tu piel la oportunidad de absorber cada capa de verdad, en lugar de que todo se mezcle en la superficie sin hacer su efecto. Es especialmente crucial después de la crema hidratante y el protector solar para que cada uno cumpla su misión sin boicotear el acabado del maquillaje.

Mi maquillaje se ve acartonado, ¿qué estoy haciendo mal?


El temido efecto "acartonado" casi siempre tiene dos culpables: una hidratación insuficiente o un exceso de productos en polvo. Antes de culpar a tu base de maquillaje, revisa si tu piel está recibiendo toda la nutrición que necesita con un buen sérum y una crema adaptada a ti.


Si el problema persiste, aquí tienes algunos trucos que funcionan:


  • Usa una prebase hidratante para darle a la piel un extra de jugosidad desde el principio.

  • Opta por bases de maquillaje con acabados luminosos o satinados en lugar de mates.

  • No te pases con los polvos. Aplícalos solo donde sea necesario, como la zona T.

  • Termina siempre con un spray fijador con efecto "glow". Revitaliza el look al instante.


¿De verdad necesito usar prebase todos los días?


No es una regla escrita en piedra, pero sí es muy recomendable si quieres un acabado más profesional y duradero. Para un look de diario, una piel bien hidratada y protegida del sol puede ser más que suficiente.


Ahora bien, si tienes un evento especial o un día de esos que no acaban nunca, una prebase específica para tu tipo de piel (matificante, iluminadora, correctora de poros...) se convierte en tu mejor amiga. Es ese pequeño paso que marca una gran diferencia y mantiene tu maquillaje impecable durante horas.



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